Los desastres naturales, como inundaciones, terremotos o huracanes, son fenómenos que pueden tener consecuencias devastadoras. Sin embargo, ¿te has detenido a pensar en cómo nuestra manera de entender y percibir estos eventos -nuestros modelos mentales- puede afectar la forma en que reaccionamos ante ellos? En este contexto, hablemos de los modelos mentales imperfectos y cómo, a menudo, nos llevan a subestimar riesgos o a tomar decisiones inadecuadas cuando se presentan situaciones extremas.
¿Qué son los modelos mentales y por qué son tan significativos?
Para empezar, los modelos mentales son como las gafas a través de las cuales vemos el mundo. Nos ayudan a simplificar nuestra comprensión de situaciones complejas y a tomar decisiones basadas en experiencias previas. Por ejemplo, si has vivido un huracán antes, es posible que tu memoria de esa experiencia influya en cómo te prepares para futuros fenómenos. Pero aquí está la trampa: esos modelos no siempre son precisos. Constantemente están llenos de suposiciones que pueden volverse peligrosas en un contexto de desastre.
Imagina que un lugar ha tenido un historial bajo de desastres naturales; podría hacer que los habitantes piensen que están a salvo y que no necesitan preocuparse. Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente. El cambio climático ha llevado a una mayor variabilidad en estos eventos, haciendo que lo que alguna vez pareció improbable, como inundaciones en una zona históricamente seca, se convierta en la nueva norma. Así que, aunque uno podría pensar que está preparado, en realidad, puede estar ignorando un riesgo real.
¿Por qué nuestras percepciones a menudo fallan en situaciones de riesgo?
El fenómeno de la “normalización” es clave aquí. Cada vez que experimentamos un evento que no resulta en un desastre, nuestra mente tiende a clasificarlo como «no grave», y, como resultado, baja el nivel de alerta. Esto puede llevar a una actitud de complacencia. Te ves diciendo: «Oh, solo fue un pequeño temblor; no pasa nada». Pero, pensándolo mejor, cuando llega algo realmente fuerte, es posible que no estés listo. ¿Ves cómo nuestra mente puede ser una trampa?
A menudo, en un contexto de desastre natural, las personas confían más en seminarios insuficientes o advertencias superficiales. Si las autoridades dicen que el riesgo es «bajo», muchas veces tomamos esa información como verdad absoluta. Pero los datos a veces son incompletos o se presentan de una forma que minimiza verdaderamente el peligro. Es un juego arriesgado cuando la vida y la seguridad de las comunidades están en juego.
¿Cómo influye la cultura en nuestras percepciones de riesgo?
Culturalmente hablando, algunos lugares tienden a tener una tolerancia más alta hacia el riesgo. En ciertas culturas, se considera que el desafío y la lucha contra la naturaleza son un símbolo de fortaleza. Así, puede que la gente subestime el impacto potencial de un desastre natural, simplemente porque han sido educados a “enfrentar lo que venga”. En este sentido, los héroes locales son aquellos que resistieron la tempestad, y no tanto quienes tomaron precauciones.
Además, hay creencias inherentes sobre la suerte y el destino que pueden influir en la manera en que se perciben los riesgos. La idea de que “si algo ha ido bien hasta ahora, seguirá así” puede llevar a la inacción cuando realmente se necesita estar alerta. Los individuos pueden sentirse afortunados, lo que les puede hacer ignorar las estadísticas alarmantes sobre desastres. Aunque las cifras son frías y calculadas, sus emociones juegan un rol vital en cómo deciden actuar (o no actuar) al respecto.
¿Las redes sociales cambian nuestra visión?
Aquellos memes virales que vemos en las redes sociales pueden tener un efecto más profundo del que pensamos. Las imágenes y los testimonios que circulan durante un evento catastrófico pueden generar un sentido de urgencia, pero también pueden confundir o distorsionar la realidad. A veces, el hecho de que algo se comparta ampliamente puede hacer que una persona asuma que está mejor informada, pero, en realidad, puede estar recibiendo información sesgada.
¿Qué papel juegan las emociones en nuestras decisiones?
Las emociones afectan fuertemente nuestras decisiones, especialmente en situaciones de riesgo. Cuando algo nos impacta emocionalmente, como ver imágenes de un desastre en nuestras pantallas, podemos reaccionar de formas que no necesariamente son racionales. Tal vez empieces a almacenar suministros o a evacuar tu casa, pero quizás lo estés haciendo desde un lugar de pánico, en lugar de un análisis frío y lógico de la situación.
¿Te has preguntado alguna vez por qué aparentemente la “lógica” puede caerse al suelo cuando hay una crisis? Cuando estamos rodeados de estrés o miedo, nuestras decisiones tienden a basarse más en la urgencia emocional que en la razón. Por eso, es crucial que nos esforcemos en mantener la calma y evaluar las situaciones con un ojo crítico, incluso si el riesgo parece abrumador.
¿Cómo podemos mejorar nuestros modelos mentales?
Una buena forma de mejorar nuestros modelos mentales es fomentar la educación sobre desastres naturales. No solamente para saber cómo reaccionar, sino también para entender los riesgos que corremos. Tener información precisa y actualizada es clave. ¿Quién no ha sentido que le falta información en algún momento? Tener ciclos de actualización en nuestra comprensión de desastres podría marcar la diferencia.
Además, la práctica de la “simulación” puede ser enorme. Los simulacros de emergencia permiten a las personas experimentar la presión de un desastre sin las repercusiones reales. Aunque algunos pueden pensar que “no es para tanto”, esas experiencias pueden ser fundamentales para formar un modelo mental más robusto y realista al momento de enfrentar un peligro real.
Un futuro más seguro
Con las modificaciones del clima y el aumento de fenómenos extremos, pensar en la adaptación es práctica obligatoria. Las comunidades deben trabajar juntas, no solo para preparar infraestructuras, sino también para educarse mutuamente sobre cómo prepararse para lo inesperado. Después de todo, un modelo mental colectivo bien formado puede ser una herramienta poderosa para la supervivencia en tiempos de crisis.
Si comenzamos a cuestionar nuestras suposiciones y tomamos en serio la formación de modelos mentales más precisos, podremos enfrentar los desastres naturales con una mente más clara y preparada. ¿No crees que es hora de darle un vistazo a cómo pensamos y actuamos?
Es vital recordar que, aunque nuestros modelos mentales pueden ser imperfectos, siempre hay espacio para el aprendizaje. Vivimos en un mundo en constante cambio y adaptar nuestra manera de pensar puede salvar vidas en la próxima emergencia. Reflexionar y compartir conocimiento dentro de nuestras comunidades nos permitirá no solo sobrevivir, sino también prosperar en un contexto donde los desastres naturales son cada vez más comunes. ¡Así que vamos a poner esas mentes en acción y preparar un futuro más seguro!